miércoles, noviembre 29, 2006

Lola Botka

Lola Botka murió el día lunes 27 a los 96 años, luego de haber vivido cincuenta y seis años en nuestro país. La primera vez que vino a Chile fue en el invierno de 1940, como integrante de la compañía del Ballet Jooss, luego vuelve a visitarnos pero ésta vez invitada por el Instituto de Extensión Musical, para fundar junto a su esposo Ernst Uthoff y al bailarín Rudolf Pescht la primera escuela profesional de danza en la Universidad de Chile. Lola nació en 1910, en la ciudad de Budapest, Hungría, desde muy pequeña comienza a manifestar un fuerte interés por la danza, a los 8 años, mientras paseaba por las afueras del parlamento de Budapest, Lola se paró en una plataforma que exista afuera del parlamento, y entre medio de las esculturas de dos leones comenzó a danzar, poco a poco la gente se acercaba para verla bailar, algunos incluso le dejaban dinero, mientras ella pequeña solo se movía, desde ese momento sus padres descubre la verdadera vocación de su hija , y comienza a estudiar en la Academia de Olga Szentpal – Stricker, discípula de Dalcroze. Desde ese momento Lola se una para siempre a la danza y se convierte en una importante interprete , tanto así que fue llamada por Kurt Jooss para ingresar a su compañía, a la que ingresaban los mejores exponentes de cada país, fue ahí donde conoció a Uthoff , quien se convirtió en el amor de su vida… Hoy recordamos a quien se convirtió en la madre de nuestra danza nacional, ella, junto con Andreé Haas fueron los primeros referentes femeninos que tuvieron muchas de las bailarinas que se formaron en la primera escuela de danza y además ella participo en el primer grupo de Ballet de esta escuela, conjunto que hoy conocemos como Ballet Nacional. Lola siempre recordaremos esa sonrisa, esos ojos profundos y hermosos y por sobretodo nunca olvidaremos tu danza en nosotros se volvió eterna…gracias por ser parte de nuestra historia…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Una mujer increible

Anónimo dijo...

Una mujer increible

Anónimo dijo...

Una mujer increible