martes, enero 08, 2008

Danza en Santiago a Mil: Cuando bailo bailo, cuando duermo, duermo de Elizabeth Rodríguez

Elizabeth Rodríguez se ha consagrado en la escena local con una propuesta innovadora e investigativa que la ha validado como una de las precursoras de la danza contemporánea nacional, ha sido destacada no sólo por su creaciones sino también por su labor formativa al interior de un núcleo importante de coreógrafos jóvenes, tales como Francisca Sazie y Paula Sacur, Claudia Vicuña, entre otros. Desde el éxito de Espacios Intermedios en 1998, ha establecido su propia mirada frente a la danza construyendo un lenguaje particular, propositivo y discursivo. El medio artístico ha validado constantemente su búsqueda, ganadora del premio Altazor 2001 con la obra Sin Respiro, y beneficiada con varios FONDART de creación e itinerancia, ha logrado mantenerse en el tiempo como un referente primordial dentro de la danza. El 2007 fue el regreso de Elizabeth Rodríguez a la escena nacional, tras cuatro años de ausencia, la coreógrafa nos presenta Cuando Bailo, bailo, cuando duermo, duermo. Desde su última obra Otros (2003) se mantuvo al margen de la creación, a excepción de su participación en Carta Blanca, dirigiendo al BANCH con la obra Emergencias (2003). Hasta ahora su trabajo creativo se había mantenido estático, sus preocupaciones estuvieron ligadas a la docencia y a su participación en la Trilogía de Rodrigo Pérez; La Patria. El estreno de su nueva obra en marzo de este año estuvo acompañado de curiosidad y expectativas, pero la puesta en escena dejó en claro que estos años de retiro habían servido para consolidar una manera íntima, depurada y humana de entender la relación entre danza, individuo y cotidianidad. Cuando Bailo, bailo, cuando duermo, duermo, se establece como una propuesta reflexiva hacia el sentido del tiempo: la obra se edifica como una paradoja constante, en la que el tiempo se presenta ante la danza como un construcción humana que limita y organiza, idea social que entra en contradicción con la propia temporalidad corporal, y con el cuerpo de cada sujeto. Este conflicto, se pone en escena a partir de situaciones paralelas donde el tiempo aparece como una herramienta que tensiona los márgenes del movimientos destruyendo su sentido lineal, los seres escénicos (mujeres) van construyendo un “no relato” generando la idea de un “no tiempo” dispuestas como individuos en un sin fin de directrices y posibilidades de acción que contradicen la secuencialidad. La idea de segmentos esta presente de manera constante en la estructura coreográfica; historias collage, sinopsis de relatos, formas fragmentadas de lo cotidiano que nos recuerdan las bases ideológicas más puras del cubismo. La fragmentación ha sido la forma en como el arte ha puesto en tensión a la representación, algo que no está muy lejano de la propuesta de Rodríguez, si entendemos que la danza contemporánea de hoy mantiene un diálogo distante con la figuración, otorgando tribuna a la abstracción y al gesto cotidiano por sobre la mimesis y la metáfora representativa. Mujeres individualizadas desfilan en conflicto constante consigo mismas, finalmente la problemática del tiempo se vierte como parte de un argumento mayor: la necesidad del propio sujeto frente a su estado como ser humano, denunciando situaciones existencialistas que pueden ser consideradas como problemáticas ligadas a su condición de género, desde la experiencia de cada una de las intérpretes quienes conjugan en sus movimientos los estados subjetivos del ser femenino. Finalmente, cada una de estas mujeres se convierte en un solo símbolo de relatos anímicos intangibles que nacen de un estado de confrontación con su propio ser, y es que la danza de Elizabeth Rodríguez es un retrato al inconsciente humano, un manifiesto de las preocupaciones ocultas, un recorrido por el espacio interior (Sin respiro) o quizás un encuentro hacia los vínculos que se generan a partir de la existencia del otro (Otros) pero por sobretodo una reflexión subjetiva desde el cuerpo, donde este se somete incluso a su propia omisión, ya que el elemento virtual desde lo audiovisual muchas veces se conjuga como parte de su lenguaje coreográfico. Carola Sánchez ha sido la encargada de traspasar las ideas de Rodríguez al plano audiovisual, en su nueva obra la imagen virtual toma un rol protagónico, se proyecta un video de gran calidad visual, con tintes cinematográficos que lo convierten incluso en una especie de cortometraje que interactúa con las intérpretes. En algunos momentos, la imagen se superpone a la obra apareciendo como un elemento independiente pero que también toma sentido en relación a los conceptos atemporales. Las intérpretes logran ejecutar la obra de una manera precisa, en ellas se puede leer un lenguaje particular, propio de la coreógrafa; Claudia Vicuña, Paula Sacur, Chery Matus han trabajado varios años con Rodríguez. En ellas se pueden leer ciertas líneas de movimiento que corresponden a un método particular de la artista. Cuando Bailo, bailo, cuando duermo, duermo, será reestrenada en el marco de un Encuentro de Coreógrafos latinoamericanos, organizado al interior del Festival Teatro a Mil. Sin duda una obra que debemos ver y evaluar para entender cuales son las preocupaciones creativas de nuestra danza nacional. (Artículo publicado en revista Ciertopez, enero de 2008) Sala: Teatro Universidad Católica Sala 1 (Jorge Washington 26 Ñuñoa) Funciones: 15 de enero, función doble Horarios: 16:00 y 21:00 horas Precios: 5.000 entrada general (25% de descuento clientes Entel PCS y 20% Club de Lectores) $3.000 estudiantes y tercera edad.

1 comentario:

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